Silvio Rodríguez, un cantor que hace soñar
Cuando yo era niño hubiera querido ser artista, pero como no pude lograr ese sueño, quise entonces disfrutar la magia que habían alcanzado los demás y hacerla mía. Por eso me atrevo a asegurar que si Silvio Rodríguez hubiera sido un político, me habría convertido en su seguidor, porque desde el primer instante, su palabra entró por mis sentidos convertida en melodía, apoderándose de mis neuronas. Él fue el espejo en el que me quería mirar, la voz de mi garganta, el yo que defendía contra los detractores como si estuviese salvando mi propia vida. Un día quise hacer una selección de su música y no me alcanzaron cinco CD para lograrlo, al asumir toda su elocuencia, incluyendo la infantil, como aquel título de una canción de su juventud, que al grabarla en el Estudio 1 de Radio Progreso dijo “Los caza brujas de Dores”, en lugar de “Los cazadores de brujas”.